La loca.


“Mira qué lindo Carlos ahora que se prenden las calles como guirnaldas de luces. ¿En Cuba hacen árbol de Pascua? Entonces Carlos alzó la vista y pudo ver a la distancia la isla enjoyada de La Habana derritiéndose en un espeso lagrimón. ¿Te irías conmigo a Cuba?, la vos de Carlos pareció retumbar en su cabeza de cascabel. Y ella giró la cara y lo miró desgarrada por la pregunta. El silencio que esperaba la respuesta fue tan grande, que no necesitaron tocarse para sentir el minuto de la noche abrazándolos en esa ilusoria eternidad. Toda la vida te voy a agradecer esa pregunta. Es como si me estuvieras pidiendo la mano. Ella rió al decir esto, y enseguida agregó con demacrada seriedad: No juegues conmigo niño, mira que me lo puedo tomar muy enserio. Es muy serio, yo parto mañana y todavía puedo conseguirte un pasaje. Tu generosidad me conmueve amor, y quisiera ver el mundo con esa inocencia tuya que me estira los brazos.”

(Pedro Lemebel)

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