Todos ven lo que aparentas, pero pocos lo que realmente eres.


La nostalgia y el anhelo se han vuelto el lugar de todos,
mi lugar tu lugar, el lugar de él (de muchos).
Me doy algunas vueltas vacilante, con incertidumbre pensando en la palabra muerta, en el auto vacío, en la sonrisa rota, en la playa incesante de huellas que se borran una tras otra, incesante de mí, de ti; de ella, de todos.
Te toco el cuello, te roso con mi nariz, te huelo, te siento,
te puteo, me miras, te vas y yo como si nada te miro, como si no fueras nadie,
como si no pasaras por mi cuello también, como si no me hubieses enseñado a ceder...
Me arrepiento, me muerdo la lengua una y mil veces, me auto flagelo, y ahora te apareces como una visión, me tomas la mano, echamos a caminar. Nos reímos y prometemos nunca llegar allá, nunca salir de toda esta mierda, gracias una vez más por traerme aquí.

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